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El Partido Amistoso



Capitulo 2
El  Partido Amistoso.

"El amor es así, como el fuego; suelen ver antes el humo los que están fuera, que las llamas los que están dentro."
Jacinto Benavente




El pacto se había hecho, los representantes de cada institución, acordaron realizar dos amistosos, uno en cada cancha.
A María se lo notifico el técnico de sus hijos, fecha y hora y a jugar.
Pero ella recibió otra información, que la inquietó inmediatamente.
Volvería a ver a aquel hombre, que hoy por hoy representaba un misterio,  una fuerza en su interior le decía que quería saber más.
Nadie sabía, ni se imaginaba lo que estaba pasando.
Se juro a si misma ser lo más hermética posible.
Lo que sucede en las Vegas se queda en las Vegas.
Se preparó, preparó a sus hijos, y allá fue.
Ningún recuerdo queda en el tiempo de los resultados de aquellos encuentros.
Pero allí pudo comprobar el efecto que le provocaba “el encuentro”.
Era como un narcótico, una borrachera en la que perdía completamente su voluntad.
Las miradas, eran cada vez más intensas, más cargadas de contenido, pero nadie puede condenarte por mirar.
Allí, preguntando, preguntando, descubrió que el hombre estaba casado y tenía por aquél entonces 5 hijos.
Esto la desilusionó un poco, pero como no tenía intenciones más allá, se conformó.
Ni en sus mejores sueños, esta historia podría ser real.
Volvió a su casa, y decidió dar por cerrada la historia, esa historia que no conducía a nada.
Y que producía un dolor dulzón y agradable.
Pasaron unos 6 meses, en los que siguió el recuerdo de lo que no fue, alguna vez, recordaba a aquel hombre de mirada profunda, pero rápidamente, intentaba olvidar.
Pero un día, todo cambio.
Algo debe haber pasado, que disparó la situación.
Le dolía en el alma que compararan a sus hijos deportivamente, y decidió mandar a uno de ellos al otro club.
Podríamos pensar que esa fue la excusa que encontró, ambas cosas son verdad.
Se dirigió al lugar, y se encontró con el mentado caballero barriendo la vereda.
Por esa época el buen hombre estaba a cargo del bufete, además de ser el director técnico de dos categorías.
Le informó sus intenciones, y el rápidamente aceptó.
Ya estaba…había lanzado la bola, y las cartas estaban echadas.
Y que opinaba el padre del niño?
No estaba muy de acuerdo la verdad, pero consintió entre quejas, tal vez para conformarla, después de todo, era verdad lo de la comparación permanente, y la que tendría que ir de un lado para otro era la madre.
La vida daba una gran voltereta, volviéndose más intensa.
La mujer, encontraba en estos encuentros de miradas, una gran motivación.
Después de mucho tiempo, volvía a sentirse admirada, alguien la veía, y eso hacía mucho tiempo que no le pasaba.
Además, podía tener alguna conversación, corta, pero cercana, sobre temas de los niños, nada importante.
Había electricidad en el aire y la gente comenzó a notarlo.
Pero todo sucedía en la mente de las personas, en la realidad, nada.
La relación con su marido comenzó a deteriorarse cada vez más.
Lo que antes aguantaba de buen grado, empezó a ser punto de conflicto.
Solo una amiga sabía lo que estaba pasando, y mil veces le dijo que saliera de ahí.
Ahora que la vida tenía un poco de acción, ni loca lo dejaría.
Mientras solo se tratara de miradas, ya podría hablar la gente que solo era su pobre falta de vida, proyectada en los demás.
Conforme pasaba el tiempo, María iba transformándose.
Perdió peso, sin hacer ninguna dieta, en su casa nadie se daba cuenta, y si se daban poco hacían, la forma en la que iba cambiando la mujer.
Volvía a ser aquella joven que tenia sueños, aunque esos sueños fueran verdaderas pesadillas, había encontrado un motor.
Algo o alguien la rescataba de su profunda abulia, y aunque no era un príncipe, cumplía bien la función.
Las tardecitas de los sábados, eran tardecitas de partido.
María iba sola con sus hijos, su marido trabajaba.
Allí, entre mate y mate, gol y gol, entre tertulias, el tiempo transcurría.
María le entregó un mate al caballero, se lo devolvió con una nota adosada.
La coloco en un bolsillo de su campera, y lo más rápido que pudo se fue.
No se animaba a leerla, de hecho lo hizo en casa de su amiga quien le aconsejó tirarla, olvidarse del papel, hacer de cuenta que nunca había sido leído.
El papelito, pequeño y arrugado decía: -Quiero que hablemos. Si queres llamame, y un número de teléfono, nada más.
Solo Dios y ella saben las vueltas que le dio al asunto.
Pensó y pensó cuales podían ser los motivos de la misteriosa misiva.
Se conformó pensando que tal vez solo quería intercambiar opiniones de sobre los rumores que corrían.
María seguía evitando ver lo que pasaba y lo dibujaba con excusas.
No podía o no sabía cómo afrontar el tema.
A estas alturas todo el mundo podrá imaginarse que hizo.
Lo llamó.
Del miedo que tenia por estar haciendo algo incorrecto, se fue a hablar de un teléfono público, lejos, por temor a que alguien la descubriera.
En esa época no existían los teléfonos celulares, y pocas casas tenían un fijo.
Que inocente era en ese momento!
Acordaron un encuentro, lejos, en la estación de Lomas de Zamora, el hombre trabajaba en Parque Saavedra, le desesperaba la idea que alguien pudiese verlos y mal interpretar la situación.
Se encontraron a las 3 de la tarde, se saludaron y se fueron a tomar un café.
Otra vez la muchacha ilusionada, hablaba y hablaba sin parar, a toda costa quería evitar escuchar lo prohibido.
"Como soñando, como desguarnecida, la mujercita juega con fuego, en la cornisa de la felicidad".
Celia Fontán

Hablaron de la gente, más que de ninguna otra cosa.
Habían pasado más de dos horas, decidieron que era tiempo de irse.
Y se fueron a tomar el colectivo que los dejaría en la estación de Lanús, y desde allí, cada uno por su lado, para evitar problemas.
Se saludaron, y en el fondo pensó que ya había pasado lo peor, que estaba fuera de peligro.
Y fue allí, al bajarse que él le dijo:
-Me gustas mucho, pero mucho, y se fue.
Parco el hombre no sabía de discursos amorosos y lo resumió así.
Descendió del colectivo con la vista nublada y el corazón batiendo fuerte.
Le gusto lo que escucho, y a la vez, sabía que no había vuelta atrás.
Ese viaje hasta su casa estuvo plagado de emociones y sensaciones diferentes.
Todas las voces represoras se activaron en su cabeza, todas las voces esperanzadoras comenzaron a rebatir, con aquellas que le decían que no.
Bajo del transporte, enfilo hacia su casa, confundida, inmersa en pensamientos de fracaso y de triunfo, se tomo unos mates, recogió a sus hijos y se fue al club.
Continuará
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